viernes, 7 de diciembre de 2012

Los restos de la noche





Por Leandro Juango


El principio es un elefante. Un 129 rojo del lado de la ventanilla del sol. El tránsito es pesado y se intuye la llegada tarde. Abajo del colectivo, ya en la Terminal de La Plata, me acomodo a las diagonales y las tanteo un poco. Inmediatamente después, llamo a Lautaro Barceló, compositor, guitarrista y piedra fundamental del sello Uf Caruf!, que en primera instancia no me contesta. Sigo caminando hasta que la llamada vuelve.

Hay un derrotero previo a cualquier tipo de entrevista: en ésta, lo importante es dejarse llevar. El primer paso es un ensayo de la Orquesta de perros, uno de los tantos proyectos que Barceló mantiene. El ensayo es en los Estudios Nakao, refugio de varias bandas del sello, que funciona como estudio de grabación pero también como sala. El primero en llegar es Pablo Matías Vidal y conversamos un poco sobre un show recientemente dado en El Quetzal, en Palermo. Más tarde se suma Pablo La Ferrara y Juan Bautista Barcellandi, bajo y batería respectivamente. Siendo consciente de mi condición de voyeur acerco algunas cervezas que se acoplan fácilmente a otras que ya traía algún integrante de la banda. Trabajan con “Un gordo emotivo, compuesta por Barceló que puede rastrearse en Llueve!, pequeño EP editado por el sello en el año 2012. Versión a versión, la canción logra cierto aplomo a pesar de las quejas de los integrantes  que persiguen una coherencia de climas imperceptible. Una vez extinguidas la primera tanda de cervezas, y con la asistencia de Germán Guilodoro, guitarrista y última adquisición de la banda, recargo los envases: “Acá no te podemos vender más, pero enfrente o en la otra esquina puede ser”, me guían en el almacén. Al volver ya no ensayan las composiciones de la banda sino que se inicia una rotación de músicos sobre cada instrumento. Se borran los bordes de las canciones y prevalece el juego por sobre lo formal.

El ensayo termina y los miembros siguen su camino. El mapa dice que la primera escala es Rivero y el Mico, en un bar donde podemos comer algo: Cabra 72. En el camino perdemos a Vidal, que se abre por las diagonales. Si “The Falcons es la mejor banda en vivo de La Plata” explica Barceló,  “The Siniestros es la mejor banda de La Plata”. También hablamos de fútbol y política. Los tópicos se mezclan y cambian. De San Lorenzo y las raíces de esa simpatía en los orígenes de Barceló padre en Floresta. De Vélez y la grabación de un video de la Orquesta de perros en los alrededores del estadio sobre la Avenida Juan B. Justo. Conversamos también sobre el mítico Festival de La Plata ´91: de la elección de Los Peregrinos como mejor banda por sobre los Peligrosos Gorriones, de Manuel Moretti y Francisco Bochatón y de la influencia de ambos en las generaciones por venir.

Llegamos a Cabra 72 y nos encontramos con cerveza artesanal y un patio atiborrado de gente. Hay que esperar bastante para la comida, por lo tanto, hay que pasar el tiempo probando la cerveza rubia, o roja, da igual. “Nosotros tenemos un ritmo de grabación que nos permite acoplarnos mejor a las licencias Creative Commons por sobre las de Copyright” explica Barceló mientras apura la pizza. “Nuestra elección por estas licencias apuntan más que nada a la difusión, a que una persona no se sienta un criminal al descargar un disco”. Mientras tanto, los integrantes de Rivero y el Mico, banda del sello carufo, comienzan a organizar los instrumentos a pasos de la parrilla que alberga pizza y brochettes de cerdo a mansalva.  Sueltan “La sombra”, canción que podría ubicarse como cortina de algún unitario de Pol-ka. También “Todo está en vos”, hit radial todavía por descubrir. Más allá de esto, la banda no logran imponerse en este contexto; las voces de las mesas del improvisado restaurant no se dejan seducir. El volumen es bajo y la amabilidad de las canciones, finalmente, juega en contra

Al finalizar el recital emprendemos nuevamente el camino en busca de Pura Vida y La teoría del caos, otra banda del sello. Pasamos por la plaza y la catedral, casi una visita guiada. Conversamos de los apoyos políticos, de las complicaciones del último recital organizado por la Municipalidad, donde Gustavo Cordera, a cargo del cierre, exigió caprichosa y arbitrariamente adelantar su set, obligando a las bandas locales a tocar menos y a las apuradas. Hablamos sobre los nuevos simples de Él mató a un policía motorizado, y la capacidad vocal del cantante. Explico que para mí el Chango (Santiago Barrionuevo aka Santiago Motorizado) es un talento enorme de los que no abundan, pero que su registro vocal a veces no llega a la nota exigida. Barceló es categórico: la voz atrás de los instrumentos es una decisión estética, atribuida a la banda y a un tipo de sonido que incluso puede asociarse al sello Laptra: “Si Chango canta al lado mío, me tira de lo fuerte que lo hace” asegura Barceló. “Tiene una voz super poderosa”.

La Plata es un gran sello”, afirmará Barceló más tarde. Esa afirmación podrá corroborarse en el intercambio de integrantes entre banda y banda, algo que rara vez se encuentra en los conjuntos de Buenos Aires. También en la cantidad de músicos que recorren los recitales y que se mueven en conjunto (eso mismo que estamos haciendo ahora). Incluso, esa solidaridad en plan comunidad se aprecia desde los extraños nombres que toman las bandas: son tantos y tan raros que parecen unificarse y formar una sola banda. No sólo un gran sello.
Llegamos finalmente a Pura Vida. Esperamos afuera un momento. Antes de La teoría del caos, suena Indios, de Rosario. La música no entusiasma y nos quedamos en la vereda. Ahí, en la puerta, Sebastián Lino, también integrante del sello, nos entrega su fanzine La Papa Universal. El escenario de Pura Vida está bendecido por una frase de Federico Moura: “Toda mi pasión se elevará viéndote actuar”. Mientras tanto, empiezo a recorrer Pura Vida. El mítico bar combina cerrazón y bohemia en cantidades similares. Acá todo es oscuro. Como afirmaba Barceló horas antes “En Pura Vida siempre es de noche”. La teoría del caos arranca y en dos acordes resuelven todo. Todo suena ajustado y contundente. Despliegan las canciones más pegadizas de su disco debut rápidamente: “Año Nuevo” y “Después de todo”, los puntos más altos de la lista. Una buena sociedad de bajos y baterías y un cantante que se instala en la tradición platense vocal son algunos de los elementos para seducir al público. La voz de Sebastián Coronel suena efectiva, atrapa, llama la atención. Llega el turno de “Árboles”, un estribillo que despega y la sensación de que la banda tiene algo para empezar a hacer ruido.

Termina el recital y adentro la noche sigue. Afuera, frente a Pura Vida, una plazoleta y más cerca la Facultad de Bellas Artes. Allí, Sebastián Coronel conversa con amigos y cruzamos a saludar. Mientras tanto, un grupo de chicas y chicos fogonea “Tu Entregador”, de Lucas Martí. Realmente extraño encontrarse con una versión de fogón de esa gran canción. Seguimos caminando, como no podía ser menos. Las cosas que se estiran no tienen nombre. O sí las tienen, y todavía no las descubrimos. Queda espacio para un ida y vuelta sobre Astor Moguetta, integrante también de Uf Caruf! que con apenas seis años ha grabado su primer LP. As y la Masa Atómica (Uf Caruf!, 2012). Barceló es palabra autorizada. No sólo es su profesor, también es el productor del disco. “Las canciones surgieron porque focalizo en eso a la hora de enseñar”. Hablamos de una frase de Astor sobre el destino de rock de los músicos. La noche se estira, La Plata se estira. En el fondo de la noche, y cerca de la Terminal, queda espacio para un grupito de encapuchados que intenta interceptarnos. Seis o siete ninjas. La noche es tan de noche que finalmente nos traga.

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Créditos PH: Estefanía Santiago

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