viernes, 15 de febrero de 2013

KFC is MUDERD



Por Leandro Juango

Port Chester es una pequeña ciudad a una hora de Manhattan, dentro del estado de Nueva York. Un tren desde Grand Central Terminal algo así como Retiro nos deja a pasos del objetivo. A primera vista, el pueblito parece tener una activa presencia latina y The Capitol Theatre, lugar donde Morrissey extenderá su gira por US, convive armónicamente junto a una panadería uruguaya, un mercado mexicano y un restaurant ecuatoriano.
Somos tres y llegamos temprano, demasiado. La cartelera del teatro dice “Morrissey: Sold Out”. Esperamos tomando una Tecate en un bar. Arrancamos hablando en inglés con los mozos y terminamos en castellano. No es la regla, pero se repite. La comunidad latina, junto con los negros y los hindúes, se turnan del otro lado del mostrador en New York. La Tecate es realmente mala. Malísima. Ni el limón que nos traen la mejora. Desde el bar podemos ver la cola que se va formando para entrar al teatro. La edad promedio es de cuarenta años, así que los tres nos sentimos unos pibes.
Entramos y nos sorprendemos. El teatro es lujoso y cómodo. Aunque es bastante grande, no pierde intimidad. El show previo corre a cargo de Kristeen Young que sube al escenario con un peinado tan ridículo como feo. En los planes, vamos a ver el mismo recital (incluyendo telonero) que Morrissey brindó en GEBA en octubre del año pasado. Young, solista de Saint Louis, Missouri, está cerca de Bjork a nivel registro vocal pero lejos en gracia y talento. Pero algunas canciones son pegadizas y efectivas, sobre todo cuando abandona el teclado y trabaja directamente sobre el sampler. Son momentos en donde me sorprendo, con algo de vergüenza, moviendo el pie.
A contramano de lo que pensábamos, Morrissey sube al escenario bastante más tarde de lo previsto. No hay puntualidad inglesa en US. Arranca con “That joke isn’t funny anymore” de The Smiths y empalma, sin silencios, con “Speedway. Listo, señores, la travesía valió la pena. A mí ya me ganó.
El público responde atento y se mantiene prolijo. Nada de pogo, nada de mosh. La edad promedio, como ya se mencionó, no ayuda. Sí corean y acompañan todo el repertorio, más cerca de los hits de su carrera solista de los ’90. También, claro, suenan algunos caprichos de The Smiths.
De cerca, Morrissey está más gordo de lo que supone una militancia vegetariana de décadas. Sin embargo conserva con salud y gracia la voz. Nunca fue un cantante de gran registro, su fuerte siempre estuvo en qué dice y cómo lo dice. Hay en Morrissey un crooner, un músico más cerca de Frank Sinatra que de cualquier banda de pop rock alternativo. Esto se debe a las tradiciones en las cuales se ha decidido ubicar pero también a una postura y recorrido que se ven sobre el escenario. Pero sobre todo, en Morrisey hay vigencia. Si la cultura popular existe, el hombre de Manchester aún sintoniza en esa zona desde el melodrama y la tragedia que representa en sus canciones. ¿Puede un ser humano, como cualquier heroína de una novela, sufrir tanto, como en “Please Please Please, let me get what I want”?
En Morrissey la posición sexual se esconde, aunque sea evidente. Le cuesta asumir la minoría que representa. Todas las pelotas que faltan para no decir algo obvio las tiene para decirlas a nivel político. Desde ese lugar, no le importa modificar la letra de “Meat is murder” y transformar un himno vegetariano en un arpón lanzado al público estadounidense: “KFC is murder” sale de su boca sin inmutarse, en referencia a la franquicia de pollo frito.  Más tarde, “How soon is nowy el cierre a pura potencia, dando pie a que varias personas subieran al escenario a abrazarlo y volvieran al público con un buen salto.
La ciudad que nunca duerme vive de siesta. Los grados bajo cero que la recorren estos días ayudan a que esas siestas sean bien largas. Una vez expulsados de la panza del teatro encaramos para el lado del tren que nos trajo y nos vamos. En el andén, comentamos algunas cosas y una argentina reconoce nuestro acento. “Tuvieron suerte”, nos dice. “En Terminal 5 tocó y bostezaba, se lo notaba cansado, fue malísimo”. Al cierre de esta nota, Morrissey está internado con una úlcera en la vejiga y su página oficial anuncia la reprogramación de la gira por US. En resumen, pienso, tuvimos mucho más que suerte.

Algunos links:




 

martes, 29 de enero de 2013

“De casi imposibles está hecho el rock”



Entrevista a Juan Manuel Strassburguer




Por Soledad Valdez
Afortunadamente, no sólo de mainstream vive el rock. En el circuito under de Buenos Aires hay un festival que resuena hace más de tres años y ya lleva quince ediciones, seguro ya lo escuchaste nombrar, es el Festipulenta. Dentro del “mundo pulenta” hay un personaje particular: Juan Manuel Strassburger. Periodista de cultura rock, trabajó como colaborador de Clarín, Pagina/12, La Mano, Rolling Stone, El Acople y actualmente escribe en Tiempo Argentino. Además forma parte de la organización del festival y conduce “La hora pulenta” en el 93.7 de FM Nacional, los sábados de 13 a 15 hs.


¿Cuál fue la idea que te motivo a hacer el Festipulenta?

El Festipulenta surgió principalmente de una necesidad: la que teníamos Nico Lantos, mi amigo y socio en esta aventura, y yo, de reproducir en Capital lo que veíamos que ocurría en Zona Sur y en La Plata. Acá en la Ciudad, por causas varias, se hacía muy difícil que hubiera un festival under como el que imaginábamos y que no estuviera pegado a marcas o a ciclos exclusivos un poco snob. La cosa estaba jodida para bandas que no tenían suficiente vínculo con esos espacios ni una buena llegada a la prensa. Eran los casos, por ejemplo, de Olfa Meocorde, Viva Elástico, El Perrodiablo, Sr. Tomate, entre otras. Por otra parte, también con Nico, veíamos que estaba surgiendo una nueva camada de bandas más relacionadas con el Indie americano y la experiencia cotidiana (107 Faunos, Los Reyes del falsete, por nombrar algunas) que nos entusiasmaban y que veíamos que tenían más de un elemento en común (de hecho yo había llamado la atención sobre ello en una tapa del Suple “No” titulada "Llega el Indie cabeza", salida unos meses antes). Con todo eso como contexto efervescente y con nuestras ganas de periodistas tranquilos con nuestra profesión pero con ganas de intervenir por otro costado en la movida, es que nos mandamos a hacer el Festipulenta. Y acá estamos casi cuatro años, un Compipulenta y quince ediciones después.


¿Qué tipo de bandas tocan?

Mayormente bandas de rock. Hay bastante indie, claro. Pero se trata de un indie de corte artesanal y barrial, sin demasiada preocupación por el estatus, la novedad en sí misma o el look sofisticado. También hay under a secas: la vieja tradición que se mantiene desde los 80 con bandas como Sumo, Los Pillos y Don Cornelio, que al momento de arrancar el Festipulenta encarnaban Fútbol, Prietto viaja al cosmos con Mariano, Mujercitas terror, Compañero Asma o Los Pacientes. Y también alguna que otra inclasificable, como Olfa Meocorde, pero a la vez absolutamente adorable y pulenta. Una mescolanza coherente.



¿Cómo definirías al Festipulenta para quienes todavía no lo conocen?

Como un festival amiguero, de experiencia vital y genuina, con varias de las bandas que más emocionan los corazones hoy por hoy. Una refutación rabiosa y a la vez tierna a eso de que "el rock argentino está en crisis" o que "ya casi no existe más".



¿Qué es lo que permite la continuidad al festival?

La continuidad la da el concepto de lo pulenta, que un poco está descripto en la bajada de nuestro eslogan: "Hacer del mundo un lugar más pulenta". Entero, dice así: "Cuatro bandas por noche, ocho en total, y una feria con sellos alternativos, editoriales artesanales, historietas under y todos los amigos que puedan venir. Sin pulseritas ni gigantografías. Sin promotoras, V.I.P's o focus groups. Porque tenemos rock. Canciones urgentes. Bandas que bajan transpiradas del escenario o con la sensibilidad a flor de piel. No es poco, ¿no?".



¿Qué balance hacés de las cuatro fechas de marzo? ¿Por qué no lo volvieron a hacer en esta edición?

La idea de hacer cuatro fechas en marzo último fue una forma de hacer algo diferente, más grande, y a la vez festejar por nuestros tres años de vida. Evidentemente, fue un esfuerzo muy grande, por eso no lo volvimos a repetir en las ediciones siguientes. Pero ya haremos algo parecido o incluso superior. Si nos da el cuero.



¿Por qué eligieron "El Zaguán" como locación?

Porque coincidía con las características que buscamos para hacer el Festipulenta. Nos gustaba que estuviera en un lugar alejado del circuito más palermitano o de Costa Salguero. Y que tuviera una estética de ladrillos a la vista, algo descuidado, levemente antro, que nos hacía recordar a cómo eran varios lugares del underground argentino de los ochenta. Por otro lado, “El Zaguán” también nos ofrecía un arreglo lo suficientemente beneficioso como para que el Festipulenta se pudiera bancar a sí mismo y a su vez pagarle bien a las bandas. El lugar sonaba relativamente bien y además, y no menos importante, tenía suficiente espacio como para albergar una feria de cómics, libros, remeras y libros under que nos parecía fundamental para terminar de darle sentido al Festipulenta. Se sabe: un festival sin feria no es muy festivo que digamos. Y para nosotros había un cruce transversal que unía el comic under de Podetti, Sala o Mosquito con las lecturas del Quinteto de la muerte en el Pacha y con editoriales como Nulú Bonsai o la Funesiana. Y necesitábamos una feria para poder evidenciarlo. Por estas y otras razones creo que hubiera sido muy difícil hacer el Festipulenta sin “El Zaguán”. Pero a la vez creo que, sin el Festipulenta, “el Zaguán” no sería lo que es hoy: un lugar instalado en el circuito de lugares para tocar en Capital. Antes de que nosotros llegáramos muy pocas bandas (y muy poco público) sabía que existía. Por suerte ya no es así.


¿Cuál es tu rol en la organización del festival?

Mi rol, como el de Nico, es planear las fechas, armar la grilla, contactar a las bandas y a los feriantes, organizar la difusión y la prensa, preparar las pruebas de sonido y el armado de escenario, atender al público y las bandas, y solucionar cualquier imprevisto que surja. Es bastante trabajo. Pero con Nico lo hacemos con gusto. Por ahora.


¿Qué banda te gustaría que llegue a tocar?

Puestos a soñar me encantaría que toquen algunas bandas o solistas emblemáticos del Indie americano de los 90 como Sebadoh, Smog, Guided by voices o Bonnie Prince Billy. Es casi imposible. Pero de casi imposibles está hecho el rock.



Links:

Festipulenta:
http://cosaspulenta.blogspot.com.ar/

La hora pulenta:
http://radionacional.com.ar/vivo/5-nacional-937.html

Juan Manuel Strassburguer:
http://www.lowfirocker.blogspot.com.ar/
https://twitter.com/lowfirocker

Invítame a desdoblar acordes en la noche




Por Soledad Valdez


Era Domingo y había dos opciones: Cabezones en The Roxy Live o Massacre en Groove. Pero como era víspera de feriado, estaba permitido hacer las dos, además Cabezones iba a tocar a las nueve de la noche y Massacre a las dos y media de la mañana. Era una combinación imposible de rechazar: por un lado la oscuridad poética de Andino, en el marco de la presentación en Buenos Aires de su nuevo disco Nace, y con el plus de ver a la nueva formación de la banda. Por otro lado, la desfachatez sensualmente rockera de Wallas junto a sus secuaces.
Apenas media hora después de lo pautado Cabezones estaba en el escenario. Primero aparecieron los músicos, y segundos después llegó Cesar Andino; vestido íntegramente de negro, el pelo de color rojo oscuro, con un caminar lento y consistente, sosteniéndose con sus muletas. Al verlo pensé “ahí está, entero y a pedazos”. Pero esa pequeña emotividad se desvaneció cuando empezó a cantar y le dio al público ese rock oscuro y sensible que estaba esperando.
Si al escuchar Nace se abrieron nuevas puertas y surgieron nuevas musas, al verlos en vivo se produjo la materialización. Todo como producto de nuevos integrantes (más jóvenes que el único miembro original de la banda): Damián Gómez (batería), Eugenio Jauchen (guitarra) y Martín Pirola (bajo). Sostuvieron los sonidos nü metal con precisión, potencia y energía, como si siempre hubieran estado juntos.
Durante toda la noche flotó en el aire un aura de renovación mezclada con flashbacks, a los que se sumó el coro de todos los presentes y un pogo sutil de quienes estaban frente al escenario. Pasaron las canciones: “Comenzar”, “Pasajero en extinción”, “Mi pequeña infinidad”, “Inmóvil”. “Sueles dejarme solo” y “Persiana americana”. Los elegidos del último disco para hacer en vivo: “Lucha de gigantes” de Antonio Vega (canción a la que Andino se refirió como “un tema que escuchábamos cuando vivíamos en un departamento en México y estábamos llenos de sueños”), “A través de tus ojos”, y “Cuando todo termine”.
En cuanto al público había muchos que estaban más cerca de la edad del cantante que de la de los músicos, gente que conocía la poesía depresiva de la banda desde que abrieron sus alas y se expandieron por Latinoamérica. Estaban ubicados en los sillones y las mesitas a ambos extremos del lugar, y también de pie frente al escenario. Por mi parte, después de pedir una cerveza me ubiqué, junto a mi acompañante en este rock tour de Domingo, en una de las mesitas a unos seis metros de las tablas, donde se veía perfectamente toda la performance de la banda (a sabiendas de que la noche iba a ser doble).
Cesar, por su parte, no escatimó en agradecimientos: al público presente, a quienes lo acompañaron durante sus momentos oscuros, y hasta a su abogado. No se privó de “bromear” acerca de su estado: “cuando empecé tenía un sueño, ser el mejor cantante de la Argentina, y ahora soy el mejor cantante… discapacitado del país”.
En el cierre el punto de emotividad llegó a lo más alto: la voz de César se quebró al decir “me hicieron pasar una noche maravillosa” transmitiendo agradecimiento y redención ante la gente y ante sus músicos. Luego se fundió en un abrazo con sus compañeros para luego irse lentamente y dejarlos tocando. Para cerrar subió en potencia la batería y se acoplaron la guitarra y el bajo para terminar de la misma manera en la que habían empezado: sólo los músicos sobre el escenario haciendo vibrar The Roxy.
Ya terminado el show fuimos hacia la salida y nos cruzamos con un chico del staff regalando pósters de la banda. Cuando llegamos al entrepiso sonaba “I was made for loving you” de Kiss, y unos cuantos bajamos cantando. Una vez afuera paramos un taxi que nos llevó hasta el próximo destino. Eran poco más de las doce y Massacre tocaba mucho más tarde. Una buena manera de hacer tiempo era McCenando.
Cuando se hizo la hora fuimos a Groove. Una vez adentro, nos escabullimos hasta el escenario (un poco al costadito, para no tener la valla en las costillas). La gente estaba entretenida con el show que daban los payasos en medio de la pista, al que luego se sumaron chicas que se trepaban en telas hasta el techo. A sus espaldas: el escenario, apenas iluminado por una pantalla que mostraba el flyer de la noche “Fiesta Clandestina: Massacre y Eterna Inocencia”. Los stages iban y venían, afinaban las guitarras, regulaban el audio y daban los últimos detalles a esa estética enmarcada entre skates y muñecos bebés.
Finalmente subieron Wallas y compañía y empezaron a escucharse explosiones de rock. El lugar estaba lleno, la gente apelmazada en la pista, con dos acordes todo se transformó en un mosh constante. Después del último acorde de “Sembrar, sembrar” Wallas saludó a la gente con un “Hola amores de mi vida”, y las chicas gritaron. Me llama la atención cómo las mujeres adoran al cantante, y me pregunté ¿por qué será? ¿Por su forma de vestirse? (Calzas de leopardo, camisa escocesa, remera negra y gorrito piluso.) ¿O por la forma sensualmente femenina en la que se mueve sobre el escenario? Sí, es así, Wallas se mueve como si fuera una “linda mina”: posa mientras canta, camina como una colegiala, y, por supuesto, hace caritas y juegos a distancia con el guitarrista.
El rock se detuvo únicamente para los mini monólogos del cantante, en los cuales se refirió a la Fragata Libertad, al fin del mundo y al supuesto colapso del planeta: “agradezco al planeta que todavía no nos haya mandado a la mierda”. También criticó el sobreprecio en el merchandising de una banda extranjera que tocó días atrás. Pasaron “Querida Eugenia”, “Llena de fe”, “Tengo captura”, “Tanto amor” y “La virgen del knock out”.
Poco antes del final apareció entre la multitud, para poguear como uno más, Agustín Rocino (baterista de Catupecu Machu), quien se ganó algunos gritos de histeria femenina y unas palabras de Wallas “te quiero Rocino, pero Catupecu y Massacre son igual de putos”. Finalmente, el cierre se dió con “Plan B: anhelo de satisfacción”, coreado, saltado y gritado por absolutamente todos.
Todo el rock de los Massacre se vió levemente opacado por la acústica del lugar: sonaba a show en vivo grabado de la radio en un cassette viejo. La voz era muy poco nítida (los advenedizos la deben haber pasado mal, no deben haber entendido ni una letra), y todos los instrumentos sonaban uno sobre el otro. Pero la gente no paró un segundo. Y los autores de Ringo tampoco.



Crédito foto panza de Wallas: espiriturock.blogspot.com.ar

jueves, 20 de diciembre de 2012

La era de la madurez






Por Gabriel “Sugar” Bonetto


Banda: Soundgarden
Disco: King animal
Lanzamiento: 13 de noviembre de 2012
Discográfica: Universal
Género: Hard rock

http://soundgardenworld.com/
  

La carrera de Soundgarden sucumbió al mismo tiempo que el grounge. A Chris Cornell pareció no preocuparle porque insistió con discos solistas de poco éxito comercial y artístico, se animó a trabajar con Justin Timberlake y hasta fundó un auspicioso disco debut con Audioslave que luego fue perdiendo gracia. Pero lo importante es que Soundgarden volvió después de dieciséis años. Quizás por plata, quizás para recuperar la gloria perdida, nadie lo sabe con certeza. Lo cierto es que volvió, y de buena manera.  

Los fanáticos ya sabían del retorno anunciado dos años antes, cuando comenzaron a presentarse en algunos festivales. Como en toda vuelta de algún grupo otrora consagrado, el mundo de la crítica estaba agazapado para atacar, esperando el momento para poner play y comenzar con la odiosa pero ineludible comparación con el pasado. En esa disputa, el nuevo Soundgarden pierde si se lo confronta con su consagrado disco Superunknown, de 1994. Sin embargo, la derrota  habla a favor de la banda de Cornell porque no hay knock out, es por puntos, con suficiente dignidad.

Para no extrañar el grounge grabaron en el Studio X de Seattle junto al productor  Adam Kasper, quien había trabajado con bandas como Pearl Jam y Foo Fighters. King animal arranca con su primer simpleBeen Away Too Long”, un tema potente repleto de entusiasmo, en donde celebran su reunión después de años de peleas y enemistad: Estuve afuera por mucho tiempo, canta Chris Cornell, con la vitalidad de antaño, aún sabiendo las limitaciones que le impusieron  los años a su voz. La continuación es pura potencia, “Non-State Actor” retoma el sonido característico de la banda para no decepcionar a ningún fan. El virtuoso riff de Kim Thayil y la batería del ahora Pearl Jam Matt Cameron, lo colocan en el punto más alto del disco. La intensidad se extiende con “Blood On The Valley Floor”, donde Thayil parece declarar con la guitarra su fanatismo por Black Sabbath, y baja considerablemente con “Bones of birds”, una canción  relajada, de buena melodía y un dejo de  crudeza.  

Cuando el disco llega al track doce el clima  amortigua, las dos últimas canciones  parecen ser un relleno caprichoso que no terminan de empañar el regreso. La vuelta de Soundgarden está bañada de madurez, con la recuperación de una  identidad que mezcla el hard-rock de los setenta con aquel sonido grounge que quedó aplacado en el tiempo.


Muestra gratis:

La electrónica que abraza a las maracas





Por Belén Russomanno


Banda: Bomba Estéreo
Disco: Elegancia Tropical
Lanzamiento: Noviembre de 2012
Discográfica: Polen Records





El tercer disco de los colombianos Bomba Estéreo, Elegancia Tropical, es la continuación obligatoria (y necesaria) de su disco anterior, Estalla (Polen Records, 2008). Esos dos álbumes bien podrían ser uno solo: no hay fronteras precisas ni contrastes rotundos que indiquen un cambio de dirección en la banda. Al contrario, es la declaración jurada en la que aseguran su identidad, sus límites y sus influencias. Sigue habiendo búsqueda pero sin desviarse de la línea en la que vienen sonando desde que incorporaron a la vocalista samaria Li Saumet.

Elegancia Tropical reincide en fusionar la electrónica con ritmos tradicionales caribeños, como la cumbia y la champeta, un son que bailan los afrodescendientes de algunas zonas de Colombia. El rap y el hip hop están muy presentes a lo largo de todo el LP, donde las canciones más bolicheras comoPure Love” o “Rocas” (feat. B´Negao, de Brasil) son la regla general. En Argentina, quien adoptó esta tradición podría ser la  Orkesta Popular San Bomba.

El tema “Bailar conmigo”, tal vez el más bailable de todo Elegancia Tropical, pifia en usar hasta el cansancio la desteñida frase “Levanta la mano”. Hace acordar a la época (¿cuándo dejará de estar vigente?) en la que El General le cantaba al meneaito de alguna culona. Sin embargo, logra su cometido: vacilar, un verbo que aparece incontables veces en las letras y que quiere decir gozar, divertirse.    

En el mismo estilo, “Caribbean Power” es muy parecida a la archiconocida “Fuego”, tema que musicalizó los tejes y manejes políticos de los personajes de Julio Chávez y Rodrigo de la Serna en el unitario El puntero. Su letra es representativa de la actitud que comparten la cantante de Bomba Estéreo, Alika y la Mala Rodríguez, esas mujeres que cantan las cuarenta y que juntas en una orgía harían sentir a un hombre solo una cosa: miedo (“¿Quieres que tenga pa´ que me venga? / ¿O quieres que me vuelva rica pa´ que te mantenga? / Dile a todo el mundo que estás con una hembra / No tienes un juguete nuevo para que te entretenga”).

La canción “Pure Love” tiene algo de trance en el comienzo que termina con un estribillo rapeado, pegadizo y contagioso que nombra a popes de otros géneros: “Como dice Bob Marley, one love, one love / Como Lennon y Mc Cartney, all you need is love”. La parte que funciona como puente, por otro lado, debería ser suprimida: es XUXA Dance, la etapa para adolescentes de la madama de las paquitas.

Dos temas, “El alma y el cuerpo” y “Sintiendo”, hacen más notoria la participación de guitarras y son un acierto. En versiones acústicas, con percusión y shakers, el mérito es aún mayor. Además, los ruiditos cósmicos de “Pájaros” remiten a astronautas pixelados que derriban aves en pleno vuelo de jueguito de Family Game.

Para darle un respiro a la discoteca latinoamericana que representa el CD están “Bosque” yPa´respirar”, más introspectivas. Mientras que la primera es una melodía de corte espacial bastante tolerable, la segunda se excede en distorsión, silbidos y efectos de sonido que simulan ondas expansivas, boomerangs tirados al aire y ráfagas de viento.  De todas formas, tanta cosa rara metida a presión en un solo single no desacredita la virtud global del todo.


Muestra gratis:


Entrevista a Lautaro Barceló





La máquina de hacer canciones


Por Leandro Juango


Lautaro Barceló es el nombre de uno de los pilares de Uf Caruf!, sello digital y usina de canciones de La Plata. A cargo de la dirección, también participa en varios proyectos como guitarrista o compositor: Miro y su fabulosa orquesta de juguete, Canto el cuerpo eléctrico y Orquesta de perros. Con un pie en la canción y otro en la gestión, Barceló brindó a la Tía Bowie una entrevista en donde se conversó de todo un poco: el nacimiento y funcionamiento del sello, las licencias digitales, SADAIC, y también de la siempre vital escena de rock de La Plata.


¿Cómo se genera el espacio Tocate Mil, en el año 2008, que da nacimiento a Uf Caruf!?
A Tocate Mil te digo como llegué yo: empezamos a organizar un ciclo en Estación Provincial con Germán Novarini (ex integrante de Gregorio Samsa, Increíbles ciudadanos vivientes, actual miembro de Campesinos salvajes), en un playón enfrente a la estación. Ahí pusimos un escenario y comenzamos a llamar bandas para que toquen. Por un amigo conocí a Seba Coronel (integrante de La teoría del caos) y él conocía a todos estos pibes que fueron parte de Tocate Mil: Rudi, Vidal, toda la gente que vivía en una casa que se llamaba La Comu. No vivían todos pero estaban ahí, de lunes a viernes, sábado, domingo, tocando canciones hasta las tres, cuatro de la mañana. Eran diez personas en ronda tocando así: canciones, canciones, canciones.  Cuando caímos a hacer el ciclo es como que se armó un espacio que estaba bueno y empezó a acercarse gente que era del palo canción. Después íbamos siempre para La Comu, no sentíamos que era nuestro lugar la estación, y flasheábamos con llevar La Comu, como fogón y reunión de canciones, a un lugar físico. Empezamos a organizar un ciclo los miércoles en Calma Bar. Cuando empezamos el ciclo comenzamos a llamar al grupo como colectivo de cantautores Tocate Mil. El antecedente primero y más mítico que se nos viene es La Comu.


¿Por qué Uf Caruf! elige las licencias Creative Commons?
En principio, pensá que somos un montón y que no todos estamos informados o con ganas de informarnos. A Soviético, lo primero que se le cruzó cuando sacamos el disco fue que tenía que ir a SADAIC. Le pareció todo una mentira, no le gustó que lo atiendan atrás de una ventanilla, sintió que esa burocracia no era parte de sus canciones, le agarró un ataque de “esto no es natural”. Es un chabón que se maneja así, muy orgánico. Nosotros le veníamos hablando de las licencias. Porque lo que es básico, que la obra sea tuya, es un principio de protección automática. SADAIC es una gestora de derechos para cobrar, una gestora colectiva, y hoy en día no funciona realmente como tendría que funcionar.


¿Hay entonces una mínima incompatibilidad entre SADAIC y una propuesta como la de Uf Caruf!?
A los músicos de nuestra talla, o que tienen nuestros medios, o que salimos en ciertos medios, por ahí se nos convierte más que nada en una pérdida de tiempo para el tipo de proyecto que encaramos. De todos modos, siempre alguien tiene que pasar por SADAIC porque trasciende su laburo de gestora, es prácticamente la entidad que te habilita a ser músico, que te da obra social, que te deja cobrar en ciertos festivales. Pero no nos saca el sueño. Por otro lado, las licencias Creative Commons son súper instantáneas y permiten que podamos compartir legalmente nuestras canciones, que nos importa mucho más que cobrar dos mangos cada tres meses si la pasan en la radio.


¿Por qué no eligen las posibilidades que otorga la UMI?
La movida de la UMI va por otro lado. Nosotros queremos crear algo nuevo y la UMI labura en base a seguir exigiendo algo viejo. Que está buenísimo que exista y que la gente esté ahí. Pero bueno, ahora el tema de los descuentos lo estamos pudiendo conseguir por una red de sellos que armamos acá en La Plata. Solamente por el hecho de mandar muchos discos a replicar ya estamos consiguiendo el mismo descuento. De todas formas, es gente con la que tarde o temprano te tenés que juntar porque estamos en la misma. Por ahí apuntamos a lo mismo desde diferente lugar. También nosotros somos más jóvenes. Venimos medio despojados de todo lo que fue el rock antes. Hoy lo vemos como es: así, nada más. Hoy en día creo que es mejor la música pero no el negocio.


¿Qué ventajas y desventajas encuentran y experimentan en lo digital?
La ventaja es que te puede escuchar cualquiera, tenés accesibilidad total a lo que quieras. La desventaja es la curaduría: si a vos no te reseñan el disco, si a vos no te saca una revista, no estás dentro de un contexto donde la gente entra a bajar música, el disco nunca llega a ningún lado. Creo que lo que hay que mejorar de lo digital es la curaduría. Y que haya más portales de música. Gente que escriba sobre música y que a la vez se transforme en referente. Lo que está faltando es eso: lograr nodos donde ir a rescatar música. Los sellos por ahí sirven de curaduría. Vos sabés que si entrás a la página de Laptra vas a escuchar bandas que tienen ese sonido indie. Vos sabés que si vas a escuchar Uf Caruf! son más cancioneras, o tienen más melodía.


¿Cuál fue y es la importancia de La Plata como ciudad y movimiento para el sello?
Es mamá La Plata. Si no hubiésemos estado en La Plata, seguramente, hubiese sido mucho más difícil. La comunidad musical acá es muy copada. Acá todos conviven con todos de una forma u otra. Hay puteríos internos como en todos lados pero a nivel general estamos super bien. Al principio, Uf Caruf! salió de la nada, un grupo medio sectorizado que no conocía a nadie. Cuando empezamos a crecer, de a poquito, empezamos a entablar relaciones con las bandas que hoy hacen rock. Nos encontramos con que todos tenían una predisposición zarpada, todos quieren ser amigos. Uf Caruf! es como un pequeño hijito de una comunidad más grande. La Plata es como un gran sello. Aparte, vas a otro lado, “¿De dónde es la banda?”, “De La Plata”, la gente ya te identifica con una forma, dentro de algo, por más que no tenga nada que ver una banda con la otra. A las bandas de acá yo les creo, me pasa algo. Por ahí eso pasa porque hay una tradición, uno va contagiando al otro esa cuestión más emocional de la música.


¿Cómo es la convivencia con los demás sellos?
Ahora armamos una red de sellos. La convivencia es genial: en todas las fechas, por lo general, tocan bandas de dos o tres sellos. Las relaciones son un tanto abiertas y desprolijas, y está bueno. Pero también colaboramos un montón, nos pasamos contactos, laburamos juntos. Desde la parte de gestión yo tengo contacto con los demás sellos y tengo una devolución tan buena como con los pibes de Uf Caruf!


¿Qué principales diferencias ves con los inicios del sello en el año 2008 y ahora?
Ahora lo vemos desde otro lado. Es sustentable hacer música y estamos laburando para eso. En un principio pensábamos laburar de una forma más clandestina, low fi, y después nos dimos cuenta de que empezábamos a sonar. Que a la gente le podía gustar lo que hacíamos. Al principio no sé si nos interesaba tanto. Y ahora estamos tratando de organizarnos para que a la gente que le tenga que llegar, le llegue. Antes bardeábamos que nunca íbamos a salir en la Rolling Stone y de pronto, salen reseñas en la Rolling Stone, y estamos contentos. Y antes ni nos preocupábamos porque pensábamos que en la puta vida iba a pasar. Que todo era una cuestión de arreglo monetario, que también es así, existen esas cosas. Nosotros hemos llegado por otro lado más valioso.


¿Cuáles son los próximos pasos?
Ahora nos estamos organizando en departamentos, para empezar a articular mejor el funcionamiento de la gestión entre Prensa, Dirección, Tesorería, Logística, Diseño. Que ya no dependa tanto de correr a uno o a otro, que cada uno se haga cargo de lo que le toca. También está bueno que empiece a aparecer gente que no se dedica a la música y que quiera aportar al sello. Creo que lo que esperamos para el año que viene es organizarnos mejor y recibir mejor esas ofertas que este año no hemos podido aceptar por una cuestión de desorganización. Y por supuesto, no bajar el ritmo de lanzamiento de discos que hoy en día es la identidad del sello. Un sello que es una máquina de hacer canciones. Que no se pierda eso.


¿Qué determina el ingreso al sello?
Nada, tendrías que haber estado desde el inicio. Es un grupo de 20 personas que es un grupo muy fijo, gente que se conoce hace tiempo y hace canciones. En base a ellos se armaron un montón de bandas, se armaron amistades, se armó una comunidad. Si vos querés entrar al sello, prácticamente tenés que ser amigo de todos. Tiene que haber un quorum total. Sucedió en este último tiempo el caso de Villelisa, que era para una banda referente de La Plata para todos y que nos ayudó cuando empezamos con el sello. Ellos tenían Cala Discos y les iba re bien. Cuando tocaron en una fiesta Uf Caruf! se dio una situación: ellos querían entrar a Uf Caruf!, se habían cansado del trabajo de gestión, y había una cuestión que decantaba. Y les digo a los pibes, “fiché a Villelisa para Uf Caruf!” y todos festejaban. Nadie dijo nada. Pero si invito a cualquier banda nueva genera cierta discusión. Todos tienen como dos bandas que quieren que entre a Uf Caruf! Villelisa pasó todas esas barreras porque es amigo de todos y referente.


¿Cuáles son los próximos lanzamientos del sello?
Ahora sale el de Miro y su fabulosa orquesta de juguete, dos canciones, que es un adelanto del disco que va a salir en marzo del año que viene. Está buenísimo. Va a salir el disco de La Asociación, que es una banda que todavía no sacó disco. Y el disco de Santiago Peri y Los Imperdibles. Eso va a salir este año, principios de diciembre. Y para el año que viene el disco de Canto el cuerpo eléctrico, el de Orquesta de perros. Bueno, el de la Jimmy Jimmy Cesc Fabregas Band, que es la banda de Vidal. Ese va a ser un discazo, ya lo tengo escuchado.  Supongo que el año que viene todos van a sacar otro disco: La teoría del caos, La gran pérdida de energía, Primer Hombre Internacional. A todos los veo laburando.






Algunos links: 




Créditos PH: Estefanía Santiago

Entrevista a Honduras







La hondura y la libertad

Por Gabriel “Sugar” Bonetto


Honduras Libregrupo se destaca dentro de la vanguardia rockera argentina y sobresale en oposición a la perspectiva general de un rock nacional que olvida los riesgos artísticos a favor de recetas seguras. Actualmente, Honduras es un trío integrado por Alejandro Leonelli (voz y bajo), Alex Kodric (guitarra) y Nicolás Kodric (teclado y batería electrónica). También fueron cuarteto, quinteto y septeto, con batería, percusión, trombón y saxo. Editaron cuatro discos: Volumen 1 (2006), La única posición es la oposición (2007), Volumen  3 (2009) y Célula dormida (2010). En el medio, la versión de “Sean Song” de Robert Wyatt que grabaron en castellano y que sólo se consigue por Internet.  Alex Kodric nos cuenta sus inicios, influencias, las búsquedas estéticas y políticas y el por qué de su negativa a  poner sus discos en la red.
      
¿Cómo nace Honduras?
Empezamos hace nueve años. Yo  estaba tocando en otra banda y en un show conocí a Alejandro. Empezamos a hablar mucho de música. Yo tenía  mi cabeza con un montón de música que no iba con el momento de ese grupo y él, por su parte, tenía muchas ganas de armar algo. Nos juntamos y empezamos a zapar, pusimos un anuncio en Segundamano y apareció el batero. Al toque lo incluimos a mi hermano Nicolás y ahí arrancamos, con algunas ideas que no terminamos de encajar definitivamente. Por ejemplo, siempre teníamos en la cabeza la idea conceptual de tener caños, aunque terminamos grabando el primer disco sin nada, ni saxo ni trompeta.

En esa idea de usar caños está el freejazz, un género en el que se los ubica habitualmente.
Sí, lo escuchamos y la verdad es que ese término nos avergüenza. Hay gente que lo hace realmente muy bien, nosotros lo que teníamos del free era la improvisación, y solamente en el primer disco. Después ya no improvisamos, tenemos todo pautado.

Cuando se habla de Honduras, la crítica habla de “Rock in opposition”, “Kraut”, “Progresivo”, “Rock Industrial”. ¿Dónde habría que ubicarlos?
El kraut es algo que nos gusta mucho a todos, también el Rock Industrial, que se ve mejor en Célula dormida. Pero no tenemos un lugar donde ubicarnos porque en cada disco cambiamos mucho. No nos molestan esas generalizaciones, pero la verdad es que no le encontramos mucho sentido.

¿Cuáles son las influencias musicales de la banda?
El primer y el segundo disco estuvieron marcados mucho por Soft Machine. También nos gusta mucho Can, King Crimson, Robert Wyatt. Todos reconocemos nuestras influencias en Honduras, no somos esas bandas que no las tienen. Hay grupos que dicen que inventaron la pólvora, o escuchás a una banda de metal diciendo que sus influencias son los Beatles. ¿Qué onda? Después están las influencias de cada uno de nosotros por separado, que se terminan plasmando en todos esos géneros que le ponen a la banda. Yo, por ejemplo, soy fanático del blues y toda la información la proceso en clave de blues.

En sus comienzos se priorizaba lo instrumental. ¿Cómo fue el proceso de la inclusión de las voces y las letras?
El acercamiento a componer con letras fue jodido. Desde que lo conocí a Alejandro le dije que tenía que cantar, porque para mí canta muy bien. En los primeros ensayos teníamos bastante temas cantados que después no quedaron en el disco, temas que iban más por el lado del progresivo, que iban en la línea de Soft Machine y hasta por el lado de Invisible. Pero creo que por la estructura que teníamos se nos complicaba meter un cantante. En el segundo y en el cuarto disco teníamos algunas voces pero componíamos sin ellas, teníamos las canciones y solamente le agregábamos la voz encima. Yo creo que el verdadero proceso de componer con la voz lo estamos viviendo ahora, en el disco que estamos preparando. Ahí la voz tendrá más preponderancia.

Y dentro de ese proceso de incluir voces también está la aparición de la ideología, en temas como “Canción para Evo”, “Canción para Osvaldo Bayer” o “Al niño Mauricio le molestan los pobres”.
Sí. Pero para mí no es algo bueno en sí mismo. Obviamente, nos queríamos diferenciar cuando empezamos a meter letra. Me acuerdo porque nos marcó mucho: Alejandro le cuenta una vez al abuelo que estaba tocando en una banda y el abuelo le dice “mirá que tenés mucha responsabilidad, tenés un micrófono, no podés decís cualquier boludez”. Y ahí le cayó la ficha a él y al resto. Eso sumado a la idea de que nos hinchaban las pelotas las bandas progresivas que decían cosas como “Crepúsculo del tiempo” y “El espacio parte I, parte II, parte III”. Eso es lo mismo que no decir nada. Juntando esas dos cosas llegamos a algo que no es necesariamente política orgánica, pero sí tiene la idea de decir algo. No somos las Manos de Filippi que sus letras se derivan de la ideología de un partido. Ninguno de nosotros milita pero tenemos nuestra forma de pensar, y cuando hablamos de ideología también es una marca estética que buscamos siempre, más allá de la política. Por ejemplo, No hay fiesta después del recital marca una postura estética importante.

¿Cómo se organizan para la composición de letras?
Alejandro es el que compone todo, Nico y yo tenemos poder de veto.

¿Cómo fue que aparecieron en  Peter Capusotto y sus videos?
Conocimos a Marcelo Iconomidis (encargado de los videos del programa) en un recital nuestro, un tipo muy copado. Se nos acercó, nos dijo que le gustaba mucho la banda y nos pidió un video para pasar en el programa. Le dijimos que no teníamos y le hicimos uno, con un tema que todavía no habíamos terminado.

¿Cómo es la distribución de sus discos? ¿Están en la red?
Seguramente el próximo disco saldrá como siempre con el sello de Minimal, Azioneartigianale, que la verdad nos da una mano muy grande.  Por otro lado, hay un montón de cosas nuestras en Youtube que son ajenas a nosotros: recitales, discos. Estamos en una postura de no poner nada en Internet, ni videos ni discos. No estamos en contra de la gente que lo hace, pero nuestra política es de mantenernos al margen. El acceso a la información me parece algo bueno, pero de ningún modo reemplaza la aprehensión que tiene el formato físico del disco y especialmente el compromiso que genera en la persona que lo compra.

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