jueves, 20 de diciembre de 2012

Entrevista a Honduras







La hondura y la libertad

Por Gabriel “Sugar” Bonetto


Honduras Libregrupo se destaca dentro de la vanguardia rockera argentina y sobresale en oposición a la perspectiva general de un rock nacional que olvida los riesgos artísticos a favor de recetas seguras. Actualmente, Honduras es un trío integrado por Alejandro Leonelli (voz y bajo), Alex Kodric (guitarra) y Nicolás Kodric (teclado y batería electrónica). También fueron cuarteto, quinteto y septeto, con batería, percusión, trombón y saxo. Editaron cuatro discos: Volumen 1 (2006), La única posición es la oposición (2007), Volumen  3 (2009) y Célula dormida (2010). En el medio, la versión de “Sean Song” de Robert Wyatt que grabaron en castellano y que sólo se consigue por Internet.  Alex Kodric nos cuenta sus inicios, influencias, las búsquedas estéticas y políticas y el por qué de su negativa a  poner sus discos en la red.
      
¿Cómo nace Honduras?
Empezamos hace nueve años. Yo  estaba tocando en otra banda y en un show conocí a Alejandro. Empezamos a hablar mucho de música. Yo tenía  mi cabeza con un montón de música que no iba con el momento de ese grupo y él, por su parte, tenía muchas ganas de armar algo. Nos juntamos y empezamos a zapar, pusimos un anuncio en Segundamano y apareció el batero. Al toque lo incluimos a mi hermano Nicolás y ahí arrancamos, con algunas ideas que no terminamos de encajar definitivamente. Por ejemplo, siempre teníamos en la cabeza la idea conceptual de tener caños, aunque terminamos grabando el primer disco sin nada, ni saxo ni trompeta.

En esa idea de usar caños está el freejazz, un género en el que se los ubica habitualmente.
Sí, lo escuchamos y la verdad es que ese término nos avergüenza. Hay gente que lo hace realmente muy bien, nosotros lo que teníamos del free era la improvisación, y solamente en el primer disco. Después ya no improvisamos, tenemos todo pautado.

Cuando se habla de Honduras, la crítica habla de “Rock in opposition”, “Kraut”, “Progresivo”, “Rock Industrial”. ¿Dónde habría que ubicarlos?
El kraut es algo que nos gusta mucho a todos, también el Rock Industrial, que se ve mejor en Célula dormida. Pero no tenemos un lugar donde ubicarnos porque en cada disco cambiamos mucho. No nos molestan esas generalizaciones, pero la verdad es que no le encontramos mucho sentido.

¿Cuáles son las influencias musicales de la banda?
El primer y el segundo disco estuvieron marcados mucho por Soft Machine. También nos gusta mucho Can, King Crimson, Robert Wyatt. Todos reconocemos nuestras influencias en Honduras, no somos esas bandas que no las tienen. Hay grupos que dicen que inventaron la pólvora, o escuchás a una banda de metal diciendo que sus influencias son los Beatles. ¿Qué onda? Después están las influencias de cada uno de nosotros por separado, que se terminan plasmando en todos esos géneros que le ponen a la banda. Yo, por ejemplo, soy fanático del blues y toda la información la proceso en clave de blues.

En sus comienzos se priorizaba lo instrumental. ¿Cómo fue el proceso de la inclusión de las voces y las letras?
El acercamiento a componer con letras fue jodido. Desde que lo conocí a Alejandro le dije que tenía que cantar, porque para mí canta muy bien. En los primeros ensayos teníamos bastante temas cantados que después no quedaron en el disco, temas que iban más por el lado del progresivo, que iban en la línea de Soft Machine y hasta por el lado de Invisible. Pero creo que por la estructura que teníamos se nos complicaba meter un cantante. En el segundo y en el cuarto disco teníamos algunas voces pero componíamos sin ellas, teníamos las canciones y solamente le agregábamos la voz encima. Yo creo que el verdadero proceso de componer con la voz lo estamos viviendo ahora, en el disco que estamos preparando. Ahí la voz tendrá más preponderancia.

Y dentro de ese proceso de incluir voces también está la aparición de la ideología, en temas como “Canción para Evo”, “Canción para Osvaldo Bayer” o “Al niño Mauricio le molestan los pobres”.
Sí. Pero para mí no es algo bueno en sí mismo. Obviamente, nos queríamos diferenciar cuando empezamos a meter letra. Me acuerdo porque nos marcó mucho: Alejandro le cuenta una vez al abuelo que estaba tocando en una banda y el abuelo le dice “mirá que tenés mucha responsabilidad, tenés un micrófono, no podés decís cualquier boludez”. Y ahí le cayó la ficha a él y al resto. Eso sumado a la idea de que nos hinchaban las pelotas las bandas progresivas que decían cosas como “Crepúsculo del tiempo” y “El espacio parte I, parte II, parte III”. Eso es lo mismo que no decir nada. Juntando esas dos cosas llegamos a algo que no es necesariamente política orgánica, pero sí tiene la idea de decir algo. No somos las Manos de Filippi que sus letras se derivan de la ideología de un partido. Ninguno de nosotros milita pero tenemos nuestra forma de pensar, y cuando hablamos de ideología también es una marca estética que buscamos siempre, más allá de la política. Por ejemplo, No hay fiesta después del recital marca una postura estética importante.

¿Cómo se organizan para la composición de letras?
Alejandro es el que compone todo, Nico y yo tenemos poder de veto.

¿Cómo fue que aparecieron en  Peter Capusotto y sus videos?
Conocimos a Marcelo Iconomidis (encargado de los videos del programa) en un recital nuestro, un tipo muy copado. Se nos acercó, nos dijo que le gustaba mucho la banda y nos pidió un video para pasar en el programa. Le dijimos que no teníamos y le hicimos uno, con un tema que todavía no habíamos terminado.

¿Cómo es la distribución de sus discos? ¿Están en la red?
Seguramente el próximo disco saldrá como siempre con el sello de Minimal, Azioneartigianale, que la verdad nos da una mano muy grande.  Por otro lado, hay un montón de cosas nuestras en Youtube que son ajenas a nosotros: recitales, discos. Estamos en una postura de no poner nada en Internet, ni videos ni discos. No estamos en contra de la gente que lo hace, pero nuestra política es de mantenernos al margen. El acceso a la información me parece algo bueno, pero de ningún modo reemplaza la aprehensión que tiene el formato físico del disco y especialmente el compromiso que genera en la persona que lo compra.

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