jueves, 20 de diciembre de 2012

La era de la madurez






Por Gabriel “Sugar” Bonetto


Banda: Soundgarden
Disco: King animal
Lanzamiento: 13 de noviembre de 2012
Discográfica: Universal
Género: Hard rock

http://soundgardenworld.com/
  

La carrera de Soundgarden sucumbió al mismo tiempo que el grounge. A Chris Cornell pareció no preocuparle porque insistió con discos solistas de poco éxito comercial y artístico, se animó a trabajar con Justin Timberlake y hasta fundó un auspicioso disco debut con Audioslave que luego fue perdiendo gracia. Pero lo importante es que Soundgarden volvió después de dieciséis años. Quizás por plata, quizás para recuperar la gloria perdida, nadie lo sabe con certeza. Lo cierto es que volvió, y de buena manera.  

Los fanáticos ya sabían del retorno anunciado dos años antes, cuando comenzaron a presentarse en algunos festivales. Como en toda vuelta de algún grupo otrora consagrado, el mundo de la crítica estaba agazapado para atacar, esperando el momento para poner play y comenzar con la odiosa pero ineludible comparación con el pasado. En esa disputa, el nuevo Soundgarden pierde si se lo confronta con su consagrado disco Superunknown, de 1994. Sin embargo, la derrota  habla a favor de la banda de Cornell porque no hay knock out, es por puntos, con suficiente dignidad.

Para no extrañar el grounge grabaron en el Studio X de Seattle junto al productor  Adam Kasper, quien había trabajado con bandas como Pearl Jam y Foo Fighters. King animal arranca con su primer simpleBeen Away Too Long”, un tema potente repleto de entusiasmo, en donde celebran su reunión después de años de peleas y enemistad: Estuve afuera por mucho tiempo, canta Chris Cornell, con la vitalidad de antaño, aún sabiendo las limitaciones que le impusieron  los años a su voz. La continuación es pura potencia, “Non-State Actor” retoma el sonido característico de la banda para no decepcionar a ningún fan. El virtuoso riff de Kim Thayil y la batería del ahora Pearl Jam Matt Cameron, lo colocan en el punto más alto del disco. La intensidad se extiende con “Blood On The Valley Floor”, donde Thayil parece declarar con la guitarra su fanatismo por Black Sabbath, y baja considerablemente con “Bones of birds”, una canción  relajada, de buena melodía y un dejo de  crudeza.  

Cuando el disco llega al track doce el clima  amortigua, las dos últimas canciones  parecen ser un relleno caprichoso que no terminan de empañar el regreso. La vuelta de Soundgarden está bañada de madurez, con la recuperación de una  identidad que mezcla el hard-rock de los setenta con aquel sonido grounge que quedó aplacado en el tiempo.


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