Por Leandro Juango
Port Chester es una pequeña ciudad a una hora
de Manhattan, dentro del estado de Nueva York. Un tren desde Grand Central
Terminal —algo así como
Retiro— nos deja a
pasos del objetivo. A primera vista, el pueblito parece tener una activa presencia
latina y The Capitol Theatre, lugar donde Morrissey extenderá su gira por US,
convive armónicamente junto a una panadería uruguaya, un mercado mexicano y un
restaurant ecuatoriano.
Somos tres y llegamos temprano, demasiado. La
cartelera del teatro dice “Morrissey: Sold Out”. Esperamos tomando una Tecate
en un bar. Arrancamos hablando en inglés con los mozos y terminamos en
castellano. No es la regla, pero se repite. La comunidad latina, junto con los
negros y los hindúes, se turnan del otro lado del mostrador en New York. La
Tecate es realmente mala. Malísima. Ni el limón que nos traen la mejora. Desde
el bar podemos ver la cola que se va formando para entrar al teatro. La edad
promedio es de cuarenta años, así que los tres nos sentimos unos pibes.
Entramos y nos sorprendemos. El teatro es
lujoso y cómodo. Aunque es bastante grande, no pierde intimidad. El show previo
corre a cargo de Kristeen Young que sube al escenario con un peinado tan
ridículo como feo. En los planes, vamos a ver el mismo recital (incluyendo
telonero) que Morrissey brindó en GEBA en octubre del año pasado. Young,
solista de Saint Louis, Missouri, está cerca de Bjork a nivel registro vocal
pero lejos en gracia y talento. Pero algunas canciones son pegadizas y
efectivas, sobre todo cuando abandona el teclado y trabaja directamente sobre
el sampler. Son momentos en donde me sorprendo, con algo de vergüenza, moviendo
el pie.
A contramano de lo que pensábamos, Morrissey
sube al escenario bastante más tarde de lo previsto. No hay puntualidad inglesa
en US. Arranca con “That joke isn’t funny anymore” de The Smiths y empalma, sin silencios, con “Speedway”. Listo, señores, la travesía valió
la pena. A mí ya me ganó.
El público responde atento y se mantiene
prolijo. Nada de pogo, nada de mosh. La edad promedio, como ya se mencionó, no
ayuda. Sí corean y acompañan todo el repertorio, más cerca de los hits de su
carrera solista de los ’90. También, claro, suenan algunos caprichos de The
Smiths.
De cerca, Morrissey está más gordo de lo que
supone una militancia vegetariana de décadas. Sin embargo conserva con salud y
gracia la voz. Nunca fue un cantante de gran registro, su fuerte siempre estuvo
en qué dice y cómo lo dice. Hay en Morrissey un crooner, un músico más cerca de Frank
Sinatra que de cualquier banda de pop rock alternativo. Esto se debe a las
tradiciones en las cuales se ha decidido ubicar pero también a una postura y
recorrido que se ven sobre el escenario. Pero sobre todo, en Morrisey hay
vigencia. Si la cultura popular existe, el hombre de Manchester aún sintoniza
en esa zona desde el melodrama y la tragedia que representa en sus canciones.
¿Puede un ser humano, como cualquier heroína de una novela, sufrir tanto, como
en “Please Please Please, let me get what I want”?
En Morrissey la posición sexual se esconde,
aunque sea evidente. Le cuesta asumir la minoría que representa. Todas las
pelotas que faltan para no decir algo obvio las tiene para decirlas a nivel
político. Desde ese lugar, no le importa modificar la letra de “Meat is murder”
y transformar un himno vegetariano en un arpón lanzado al público
estadounidense: “KFC is murder” sale de su boca sin inmutarse, en referencia a
la franquicia de pollo frito. Más
tarde, “How soon is now” y el cierre a pura potencia, dando pie a que varias personas subieran al
escenario a abrazarlo y volvieran al público con un buen salto.
La ciudad que nunca duerme vive de siesta. Los
grados bajo cero que la recorren estos días ayudan a que esas siestas sean bien
largas. Una vez expulsados de la panza del teatro encaramos para el lado del
tren que nos trajo y nos vamos. En el andén, comentamos algunas cosas y una
argentina reconoce nuestro acento. “Tuvieron suerte”, nos dice. “En Terminal 5
tocó y bostezaba, se lo notaba cansado, fue malísimo”. Al cierre de esta nota,
Morrissey está internado con una úlcera en la vejiga y su página oficial
anuncia la reprogramación de la gira por US. En resumen, pienso, tuvimos mucho
más que suerte.
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